NaNoWriMo, el reto literario de Noviembre

noviembre 3, 2008

El mejor mes del año no sólo contempla a los videojugadores empedernidos, sino también tiene un espacio para los amantes de la literatura en NaNoWriMoNaNoWriMo (abreviatura en inglés para «Mes Nacional de Escritura de Novelas») es un reto para el escritor que llevas dentro. Consiste en escribir una novela completa, de por lo menos 50,000 palabras, en el transcurso de un mes. Vendría siendo unas 1667 palabras por día, o aproximadamente tres cuartillas. ¿Imposible? Para nada. Tan sólo el año pasado participaron más de 50,000 personas y más de 9000 resultaron ganadoras al alcanzar el objetivo.

Todo el mundo puede participar (por lo que se me hace raro lo de «nacional») en ésta singular convocatoria. Ésto resulta obviamente en la producción de varios cientos de novelas basura, pero también en el descubrimiento de diamantes en bruto.

Así que si desde hace tiempo has tenido la idea de escribir una novela pero nada más le das vueltas y vueltas al asunto, regístrate en el sitio y disponte a una jornada literaria de autodescubrimiento junto con un montón de gente de todo el mundo que comparte la pasión por éste género.

Yo por lo pronto voy a concursar con una idea que traigo desde hace un rato, la llamaré «Juanito y los Clonosaurios»

Borges y el infinito

agosto 1, 2008

Si algo se puede decir de ese par es que son buenos amigos. Sé que estoy descubriendo en hilo negro, pero para mí ha resultado de lo más divertido descubrir esa relación. Borges se aventura a explorar el infinito; una tarea que, si se hiciese de un modo convencional, sería por demás inútil. Pero él tiene maneras de escudriñar lo inacabable

Sin duda he disfrutado de leer sus historias de conspíraciones antiguas, de profecías lúgubres, de encuentros improbables, de incómodas realidades y de peculiares habilidades. Pero cuando más encantado quedo con su genio es cuando indaga en el infinito, aunque sea un poco (de cualquier modo, por más que se adentrara, es el infinito y no representaría ningún avance significativo).

En La biblioteca de babel lo identifica como un espacio inmenso , la yá clásica visión. Interminables cuartos hexagonales de estanterías y estanterías unidos entre sí. Arriba, abajo y a los lados y aún en donde no pudieran estar. Pero no sólo es el espacio, sino lo que contiene: libros que abarcan todas las posibilidades, en todas las versiones, en todos los idiomas, en todos los órdenes. Me gusta mucho cómo el elemento humano, finito y «racional» hace acto de presencia en ésos cuentos, reaccionando de maneras naturales y contranaturales ante tal conocimiento (o desconocimiento, que talvez sea más preciso)

En El libro de arena se va al otro extremo: lo infinitesimal. Un libro cuyas páginas nunca comienzan y nunca terminan, porque siempre hay otras que se interponen en el camino a los extremos. Estas pequeñas porciones incontables están en todos lados; los ingenieros, físicos y matemáticos estamos acostumbrados a llamarlos «diferenciales» y a manipularlos con reglas de cálculo. Borges los manipula con asombro, con cautela, con imaginación y con una pluma prodigiosa.

En El jardín de senderos que se bifurcan la infinidad radica en las opciones. Analiza la posibilidad de crear, sin llegar a concretar el acto creativo en sí, una especie de fractal temporal, donde cada situación se repite y es sólo una versión diferente de la misma. De esa manera despiertan todos los héores y los villanos, se destruyen y se honran todas las lealtades, se observan todos los colores. Así mismo, el seguir una de las posibilidades involucra la existencia de otra innumerable cantidad de consecuencias, con sus propias elecciones y designios.

Un detalle que me parece interesante es el desenlace funesto que todas éstas interacciones entre el hombre y el infinito tienen. Les da un toque cómico y a la vez sombrío, son una sátira de la curiosidad de nuestro género.

Sobra decir que les recomiendo que les den una leída, probablemente pasarán un muy buen rato o les dolerá la cabeza (o ambas).


Cien años de soledad

febrero 24, 2008

Me gustaría decir que siempre he sido fan del Gabo, pero es uno de esos «siempres» que realmente no equivalen a mucho tiempo, al menos no por ahora. Más bien, puedo decir que desde la primera vez que leí una de sus obras (creo que fueron los doce cuentos peregrinos) quedé enganchado a su manera de escribir. No soy tan literato como para poder esgrimir argumentos ingeniosos a su favor, simplemente me gusta.

¿A qué viene todo esto?. Pues a que acabo de leer uno de los trabajos más reconocidos del premio nobel y creo que hasta el día de hoy es el que más me ha gustado: Cien años de soledad. Quise postear un humilde comentario, porque no me atrevo ni siquiera a decir que es una reseña, ni mucho menos una crítica.

El libro no deja de tener todo el estilo de García Márquez. Lo que más me gusta es la costumbre que tiene de revelar lo que va a pasar mucho antes de que pase. Parece traicionarse a sí mismo. Nunca oculta lo que esperas que suceda y escribe sin la menor sorpresa lo que no esperas que suceda. En su narrativa, más que relatarte una nueva historia se siente como si te platicara algo que tu ya sabes, como cuando uno recuerda los viejos tiempos con los amigos.

No intenta plantear nada sofisticado, sino todo lo contrario. Todo es muy natural, muy casual, porque narrar los tejes y manejes de un pueblillo perdido en la selva colombiana se presta para eso. Lo que sí retrata de manera excelente es la magia que rodea todos los sucesos comunes y la exagera a un punto en el que se condensa de las formas más extravagantes: espíritus que rondan árboles y platican con sus descendientes, mariposas amarillas que inundan habitaciones enteras por la pura fuerza del amor, personas que desaparecen súbitamente llevándose sólo las cobijas, etc.

Y entre todo eso, es lo más sencillo lo que más impresiona. Una de mis escenas favoritas es la que cuenta la ocasión en la que el primer Jose Arcadio Buendía lleva a sus hijos a conocer el hielo. Un capitulo entero dedicado a un cubo de hielo no es algo de todos los días, y sin embargo es de lo más memorable.

Sobra decir que se los recomiendo, es una joya de la cultura latinoamericana contemporánea que no deben pasar por alto si se precian de tener un gusto más inteligente que el último hit de reggaetón.